jueves, 17 de diciembre de 2009

Clara


-En momentos de lúgubre soledad se desvanece mi aliento, de mi espíritu socavado por nostalgia florecen recuerdos alimentados por la compasión . Ya no aguanto más, la vida me sonríe misteriosamente, con burlesca mirada, con engaños maquillados en alabanzas. Mi marginal ser se escabulle entre el silencio de tu corazón, reposando en extraños mensajes y ajenos rosados.-

Fueron las palabras que Clara al despertar, dejó escritas en una gran cinta de regalo después de recoger su cartera y caminar rumbo al Cementerio Católico donde la esperaba su amado. Mientras recorría pasillos, una tibia brisa le susurró al oído el lugar exacto donde la esperaba, titubeó por un momento al pasar frente a una capilla y ver el crucifijo de madera cuyo cristo la miraba extrañado, parpadeando de vez en cuando, Clara se hallaba ensimismada y muda, ante tanta paz, de pronto la desconcentró el trinar de un pajarillo que se hallaba justo en la manta de un nochero que tomaba el café metros más allá.

Mientras recorría pasillos, sus zapatos hacían ecos con las palabras que musitaban tres esqueletos cobrizos jugando brisca en un mausoleo, ese día fue un carnaval de encuentros entre esposas, amigos, maridos; era primero de noviembre y Clara iba al sepulcro de la madre de Rigoberto, él la esperaba para llevarla a comer un completo por Santiago Centro Jaajajaja!!