miércoles, 4 de agosto de 2010

Laura deja el Palomar


Cada vez que veo el amanecer, los ángeles  susurran al viento la inconmensurable  soledad del silencio, la suave luz se eleva por el horizonte,  se escuchan ecos de ladridos, trinar de pájaros, pedos y ronquidos.
Que bonito ululan desde el palomar las aves, en espera que su dueño les dé comida. Así es la vida en estos lugares donde la mierda desemboca por el ano  de las palomas una vez que han digerido sus alimentos.  Laura es la paloma más joven de la hacienda, todos los días vuela desde el palomar a la plaza más cercana de aquella ciudad cubierta por antiguos murales  de lucha y liberación, Laura no entiende qué significa ser oprimido, porque su corazón se eleva por los aires con ligereza, pero claro, ella desde altura observa al pobre ser humano, respondiendo a la vida con tanto compromiso y preocupación al conseguir la merienda del día con el sueño acumulado y la ilusión estancada de poder algún día  soñar, como Laura lo hace día a día.
Las estrelladas noches se asemejan al brillo de sus ojos cada vez que escucha el sonido de las flores abrirse en la eterna primavera de aquél entonces, y es así como el tiempo abre paso a nuevos sucesos en su cotidiana vida del palomar y su viaje por la ciudad;  haciendo lazos con su entorno y  volcando el espíritu en recipientes de voluble conciencia, decidió emprender el vuelo por los cielos celestes dejando atrás, sin congoja alguna, dulces recuerdos de su ex vida de polluela. =)