Que complejas son las relaciones humanas, donde se conjuga un sin fin de emociones, que se desatan por nuestras acciones, y que interpretamos bajo nuestros propios patrones o modelos de pensamientos y conductas. Qué difícil resulta entonces, lidiar con todo ese peso, que nos hace ser humanos.
Desde un pequeño lugar en el mundo, intentando analizar, comprender y entenderlas. Intento despojar de mi ser, las preguntas a mis respuestas.
Son tantas las interrogantes entonces, que se anuncian en la penumbra de mis sentidos, cuando de pronto, la propia vocecita interna se intenta comunicar mediante esas sensaciones de protesta, como queriendo liberarse, es ella la que sufre, por su necesidad de comunicarse. Es esa incondicional voz serena, que calma la tempestad. La que necesita por un instante, hacerse escuchar, la que implora silencio, al intelectual! Porque necesita Paz, para poder aflorar y darle rumbo y solución a las preguntas en cuestión.
¡Ándate de aquí entonces Intelecto! tu que siempre juzgas desde la “razón”, deja de murmurar lo que ya todos sabemos, anda descansar en el confort de las nubes, ya pasó tu época de gobierno y ahora demuestra tu inteligencia por última vez, y concédele el espacio que siempre ha merecido a esa tierna voz que compone La serenidad de la esencia.
Ya no te necesito Intelecto Egoísta! tu has sido la causa, de tanta molestias y tantas luchas destructivas, ándate de aquí como te dije; a descansar, porque el Amor quiere ocupar su lugar, el que siempre ha sido suyo, porque le ha correspondido por su esencia pura y creadora.
